Este espresso destaca por su perfil limpio y balanceado. En taza encontramos notas claras de melocotón, chocolate con leche y miel, con una textura suave y un dulzor sostenido. La presencia de frutos secos como almendra y avellana se complementa con un fondo de panela y ligeros toques florales. Su acidez moderada y su cuerpo redondo lo hacen ideal para espresso en todas sus preparaciones.
La finca Wiwitz es el resultado del esfuerzo de toda una familia. Manuela y su esposo viven con uno de sus hijos en las afueras de la comunidad indígena de Jacaltenango, mientras que Trinidad, otro de sus hijos, emigró al extranjero en busca de trabajo. Gracias a sus ahorros, la familia pudo adquirir la tierra y, posteriormente, invertir en cafetos. El establecimiento de la finca fue un proceso progresivo que tomó tres años de trabajo y planificación.
Actualmente, la familia se encarga en conjunto del mantenimiento y la cosecha del café, trabajando con un enfoque artesanal y de pequeña escala. La finca, de apenas 0,9 hectáreas, está situada a 1.845 msnm y produce anualmente alrededor de 622 kg de café. Está sombreada con árboles de chalun y el suelo es de tipo franco-limoso.
Proceso
Las cerezas maduras se despulpan directamente en la finca, lo que permite aprovechar la pulpa como compost. El café despulpado se transporta al beneficio húmedo en casa, donde fermenta durante unas 12 horas en contenedores plásticos. Luego se lava completamente para retirar el mucílago y se deja en remojo en agua limpia durante otras 12 horas. Finalmente, el secado se realiza durante aproximadamente 5 días, con un volteo regular de 4 a 5 veces al día para garantizar una uniformidad óptima. Este proceso cuidadoso da lugar a una taza limpia, dulce y estructurada, ideal para espresso.
En breves tendremos la receta de este café.
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