De hub artístico a oficina: así han evolucionado las cafeterías

HISTÓRIA - CAFETERÍAS - SOCIAL

El café ha sido una bebida generadora de ideas: reúne alrededor de una mesa, propicia la charla y estimula las conversaciones. Artistas, filósofos, literatos y políticos han sido los mejores clientes de cafés que han marcado toda una época en distintas capitales del mundo, desde Barcelona hasta Viena, pasando por París, Londres o Roma, donde se han gestado revoluciones, vanguardias artísticas y mucho más.

 

El café llegó a Europa a través del Imperio Otomano, pero no se tiene muy claro cuál fue la primera cafetería que abrió en suelo europeo: se habla de La Bottega del Caffè, en Venecia, y de una cafetería en Livorno abierta por un mercader, ambas con fecha de principios del siglo XVII. Un poco más adelante, el Café Procope, en París, era el escenario de las tertulias de Rousseau y Diderot, entre otros, y a finales de ese mismo siglo, un comerciante armenio, Johanes Diodato levantaba la persiana de la primera cafetería vienesa, suntuosa, aterciopelada y barroca, un estilo que triunfaría por doquier, incluso en Japón, tal y como cuenta Merry White en Coffee Life in Japan (University of California Press, 2021). En España, las cafeterías cobraron importancia hacia finales del siglo XIX, cuando lugares como el Café Gijón, en Madrid, el Café Iruña, en Pamplona, o el Café Zurich, en Barcelona, se convirtieron en verdaderas instituciones.

 

Las cafeterías fueron espacios donde se cocinaron movimientos underground de todo tipo. Las clases obreras acudían a las más humildes para conocer las noticias del día, que eran leídas en voz alta, así como opiniones políticas que movilizaban a los trabajadores por causas y reivindicaciones de todo tipo. Asimismo, entre el humo del tabaco y el aroma del café aparecieron otras formas de pintar, de componer y de escribir.

 

 

En Barcelona, els Els Quatre Gats, todavía en pie en el número 8 de la calle Montsió, a unos 500 metros de Nomad Coffee Bar, fue la cafetería, cervecería, cabaret y restaurante que acogió a los propulsores del modernismo catalán. Allí no solamente se servían comidas y bebidas, sino que Els Quatre Gats tenía una programación cultural muy activa, con exposiciones, charlas y cenas temáticas, espectáculos de sombras chinescas y demás, que se encargaba de agitar las ideas de los intelectuales de la época, congregándolos alrededor de una mesa y debatieran. Personajes de la talla de Ramon Casas (que pintó el famoso mural al óleo de un tándem donde pedalean él mismo y Pere Romeu, propietario del establecimiento), Santiago Rusiñol, Joaquim Mir y Miquel Utrillo fueron asiduos a Els Quatre Gats.Y fue allí donde Picasso hizo su primera exposición.

 

Este lugar tomaba como inspiración el ya popular en la época Le Chat Noir parisino, en el bohemio barrio de Montmartre. Era un café, un cabaret e incluso una revista donde se publicaban los textos más irreverentes y también los más novedosos del París de finales del XIX. Le Chat Noir fue durante seis años the place to be de la noche parisina, (cambiando de ubicación hasta tres veces porque tal fue su éxito que en seguida el espacio quedaba pequeño) y en ese poco tiempo logró hacer historia para siempre gracias a las actividades que tenían lugar y, sin duda, por su concurrencia: Verlaine, Debussy, Satie, Signac, Goudeau y Toulouse-Lautrec fueron habituales.

 

Las cafeterías siguen siendo puntos de encuentro y de conversaciones animadas. Sin embargo, otro estilo de tomar café se impuso en el mediterráneo: tomarlo de pie o, como dicen en Italia, al banco, en la barra. El pequeño volumen de un espresso favorece este consumo rápido, donde no hace falta ni sentarse para recargar las pilas con una buena dosis concentrada de cafeína. Pero las tornas volvieron a girar con la llegada del teletrabajo. El tráfico alto de las cafeterías mediterráneas se ralentizó para dar paso a su conversión en despachos u oficinas unicelulares. El siglo XXI ha puesto en jaque las conversaciones llenas de novedades e ideas para imponer el silencio y la luz de las pantallas, y en muchos casos se ha debido regular para asegurar la rentabilidad del negocio y para que todos podamos disfrutar de un tiempo frente a nuestro café en una mesa.